Aquí sentado, dialogando con el silencio, caigo en las redes de mi propio pensamiento.
Sé que sin quererlo lo he sentido. Y queriendo debo dejarlo de sentir.
Una ilusión que coge de la mano a la locura y la lleva a la obsesión.
No es el camino correcto, ni el momento, ni el tiempo.
Ya habrá tormentas en mi cuarto si en algo me estoy equivocando.
Pero no quiero seguir viviendo de un suspiro que ni siquiera me roza el rostro.
No puedo mandar bajo mi pecho, pero si puedo deshacer lo que no está hecho.
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