Fuera existe una lucha entre el viento y las nubes. Totalmente distintos, totalmente incompatibles.
Dentro, en la habitación, él mira al techo mientras ella marca el tiempo de su sueño tras cada respiración. El peso de su muslo sobre sus caderas y la mano sujetándolo por el costado como si no quisiera separarse de él. Sí, digo bien, 'como' si no quisiera. Él no está despierto por casualidad, fuera ruge el viento pero dentro de su cabeza suena con más fuerza cada pensamiento, cada hecho pasado. Lo que daría por saber qué es lo que sueña esa chica, qué es lo que le provoca estar allí jugando a quererse.
No lo puede evitar, cuantas más gotas caen sobre el cristal más nublada está su mente. No lo puede explicar, que en tan poco tiempo haya cambiado esa chica el presente.
No quería ver más allá del 'mi, me, conmigo'. No quería...
En esta historia ella no sueña con príncipes y él estaba montando en su caballo blanco sin darse cuenta.
Fuera ha cesado de llover, pero sus pensamientos mojan cada segundo la almohada.
¿Por qué lo hace tan complicado? "El sueño de todo hombre..." le dice ella. Lo que ella no sabe es que él no es un hombre cualquiera, uno más. Tiene ese lado sentimental que hace que se activa con un simple olor, una mirada o una sonrisa. Una palabra, un gesto, una caricia...
No está hecho para jugar a querer, si no para querer y sentir cada gesto en su piel.
No puede más, no puede engañarse día tras día, ya no.
Por mucho que quiera, debe de darlo por imposible.
Son totalmente distintos, totalmente incompatibles.
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