Es el momento en el que se junta la torpeza y la desesperación.
Siento como recorre el veneno por cada arteria.
Escupo los deseos de un cupido que no quiere nada de mi.
Vacío. Rechazo a mi mismo.
No descubro nada que no sea tu odio.
Grito de dos relámpagos que no me dejan ver.
Lo he pensado, luego he dejado de existir.
Navegar con turbulencias, distinguir con colores que no pintan objetos.
Emigrar al delirio del viento.
Se ha secado el pincel que usaba para escribir tu nombre en el cielo,
ya no hay saliva que lo vuelva a revivir.
Araño los cristales, no quiero salir de aquí.
Detesto los olores, esos que me recuerdan a ti.
Le hago un guiño al desengaño y vuelve a enamorarse de mi.
Enebro mi ojo con cuchillas, las quiero divertir.
Como un comecocos en el cielo voy detrás de las estrellas.
Te veo a dejar el cielo desierto para que veas mi pena.
Huye la razón descalza y se clava los cristales, la está persiguiendo la imaginación como anormales.
Recordar poco a poco las situaciones que hicieron crecer este dolor,
hace que pierda la cordura, tal vez sea un error... pero si alguna vez quise olvidar, este es el momento.
Si alguna vez te quise, ese es mi lamento.
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