jueves, 3 de noviembre de 2011

Dudaría

¿Qué pasaría si volviese a perder la cabeza por amor?
No sabría que sentiría, creo, ahora mismo, que no podría volver a perder la cabeza.
¿Qué me quedaría por hacer?
Quemarme la yema de los dedos, quitarme las huellas para no manchar su piel cuando la tocase.
Retaría a las hojas de los árboles a saltar a ver quién llega más alto, ese sería él que estuviese más enamorado.
Podría, en ese caso, mirar hacia abajo y ver las nubes.
Tendría que vaciar los rios y llenarlos con mis lágrimas, para que cuando llorase pueda lavarse su rostro y no sentirse sola.
Tatuaría en mi mente sus manos, para que cada vez que en ella piense poder abrazarnos.
Vestiría a la soledad de negro ya que sería un luto constante con ella a mi lado.
Pintaría de azul mis retinas, así vería el cielo en cualquier rincón.
Vaciaría el aire entre ella y yo, para poder ver los dibujos que formarían sus palabras al salir de su boca.
Bajaría el sol un día, lo escondería en mi armario y cada vez que llegase la noche lo sacaría para así poder guiarla por cualquier camino oscuro.
Intentaría que cada una de sus palabras se guardasen en mi cabeza para poder hacer canciones con esas letras.
Cantaría cada mañana, si falta hiciera, para que tuviese sonrisas sin final alguno.
Besaría el viento que rozase cada poro de su piel.
Imitaría cada suspiro, porque asi podría vivir lo que se siente al salir de sus labios.

La abrazaría. Pero no de cualquier manera. La abrazaría con sentimiento pudiendo chocar su corazón con el mio, que su palpitar lo notasen mis costillas,
y que mi espalda pudiera engancharse con sus vertebras.
La miraría. Y la volvería a mirar.
Me quedaría embobado mirándola una y otra vez a los ojos, pensando por qué no se cruzó antes, por qué ha dejado todo este tiempo hasta aparecer.
Me quedaría totalmente embobado. Porque no hay otra palabra que me describiese en ese momento.
Porque sé que para poder enamorarme, otra vez, esa niña tendrá que dejarme embobado.
Esperaría una sonrisa traviesa en su rostro. Que sus dientes me advirtiesen del posible peligro a la vez que cuando se muerda su labio
inferior me explicasen lo que está pasando por su pensamiento.
Querría sentir sus manos en mis mejillas.
No existe otra forma más cálida de mostrar tu amor con un gesto tan pequeño.
Estoy perdiendo ya el norte solo de imaginarmela, no quiero ni pensar que será de mi el día que pueda ocurrir.
¿Volveré a perder la cabeza por amor?
Esa es una pregunta sin respuesta aún.

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