lunes, 28 de noviembre de 2011

Avión de papel

El contacto de mis alegrias con el pensamiento pasado es un hecho que ya está borrado.
Quisiera que hubiese un retraso de cinco segundos cada vez que miro su nombre y salta la alarma en mi cabeza. Quisiera que fuesen cinco segundos para asi poder evitar cualquier movimiento de torpeza.
Es como cuando tiras un avión de papel por la ventana, sabes de sobra que va a caer, tarde o temprano caerá, pero esperas que sea más tarde que temprano porque aún tienes fé. Sé que esto va a caer y no quiero alargar el tiempo asi que provoco que el viento entre en juego. Esto no funciona asi. No hay que provocar nada, solo hay que esperar y si sigue volando pues quién sabe, a lo mejor es porque no es el momento de cerrar la ventana si no de ver que sucede en su camino. Tal vez es necesario ver como empieza a caer lentamente, dando giros y más giros bruscos. Sí, esta sensación que tienes dentro es de impotencia porque hicistes el avión con tal delicadeza que querias alcanzar la perfección pero... ahora no depende de ti. La agonía de ver cómo cae desde un sexto piso. ¿Puede ser peor? Cuando no lo crees empieza ahora a llover. Pues sí, podía ir a peor pero no entiendo por qué estoy así si ya sabía que iba a pasar. Siempre he sido de los que le echan el aliento antes de echarlos a volar, estoy convencido de que ese calor da fuerzas y ánimos, el saber que somos dos en uno, que mi mente volaba a su lado que le doy consistencia desde la distancia. Este avión parece que no confiaba en esto. Miro desde la altura lo insignificante que queda despues de haber salido despegando de mis manos. Pero yo no le pregunté nunca si quería volar o estar en mi mesilla de noche. No le pregunté. Pensaba que estar cerca de mi era mejor que un triste vuelo de unos... ¿segundos? Bueno, es lo que hay. Parece que probó ese vuelo y se arrepintió. (No lo sé, la verdad... no me importa).
No pasa nada por haber estado dos minutos y diez segundos dedicándole mi tiempo y mis ganas a este avión. Me apetecia. Nunca he sido de hacer aviones deprisa y corriendo que duren miseros segundos (tales como este último vuelo). Mis manos no quieren perder el tiempo mimando cada pliegue o cada acaricia de perfección, ahora solo están para moldear cosas más importantes (al menos importantes en este momento). He acabado bastante cansado y ahora mismo es un hecho obviado...
Con esto no digo que no tenga pensado hacer ningún otro avión más, incluso puedo decir que ya sé cómo hacerlos volar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Absurdo

Es el momento en el que se junta la torpeza y la desesperación.
Siento como recorre el veneno por cada arteria.
Escupo los deseos de un cupido que no quiere nada de mi.
Vacío. Rechazo a mi mismo.
No descubro nada que no sea tu odio.
Grito de dos relámpagos que no me dejan ver.
Lo he pensado, luego he dejado de existir.
Navegar con turbulencias, distinguir con colores que no pintan objetos.
Emigrar al delirio del viento.
Se ha secado el pincel que usaba para escribir tu nombre en el cielo,
ya no hay saliva que lo vuelva a revivir.
Araño los cristales, no quiero salir de aquí.
Detesto los olores, esos que me recuerdan a ti.
Le hago un guiño al desengaño y vuelve a enamorarse de mi.
Enebro mi ojo con cuchillas, las quiero divertir.
Como un comecocos en el cielo voy detrás de las estrellas.
Te veo a dejar el cielo desierto para que veas mi pena.
Huye la razón descalza y se clava los cristales, la está persiguiendo la imaginación como anormales.
Recordar poco a poco las situaciones que hicieron crecer este dolor,
hace que pierda la cordura, tal vez sea un error... pero si alguna vez quise olvidar, este es el momento.
Si alguna vez te quise, ese es mi lamento.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tren de recuerdos

Se me hace extraño coger el tren. A dos horas de que lo haga pero tengo una sensación rara. Hacía tiempo que no lo cogía y mi situación era otra.
Bueno, la verdad que no ha variado mucho, ¿o si?
Siempre que me iba de vuelta, por dentro sentía esa impotencia de no querer pero no poder. Los días felices que pasaba a tu lado, ya fuese dos o tres, pero que días...
El viaje de ida era una adrenalina estática constante, era una sonrisa como cualquier bobo enamorado. Me ponía nervioso hasta para dar un paso o el simple hecho de ver que ya estaba llegando al final del trayecto. Que días quellos...
La vez que me esperastes y descubrir que existía una forma de medir el tiempo que no fuesen los minutos.

Ahora, en cambio, no sé que ocurre (sí lo sé pero no quiero darme cuenta). A dos horas de coger el tren que parece que me lleva al lugar donde tengo que estar. Dejando atrás cualquier pensamiento que no me haga progresar. Lo estoy consiguiendo. Sí. Pero cómo cuesta mantener la cabeza alta cuando llueven cristales.

Se me hace extraño coger el tren, pero más extraño se me hace engañar al olvido.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Puedes porque quiero.

Hay que mirar al miedo de frente y apretar los dientes.
Es dificil cuando intentas coger la esperanza con las dos manos y ves como se te escapa de entre los dedos y se une al cielo para perderse en la claridad.
Te cega el sol, que le vamos a hacer.
Tienes que saber que esconderse tras las lamentaciones no es una opción.
Mirar hacia delante es la solución.
Corre si te apetece. Salta encima de un charco y moja al que tengas al lado.
Pero vive. A lo mejor te arrepientas de cosas pero oye, sonrie.
No amarres a la tristeza con esa cuerda que se une en tu cintura.
No escuches al pasado, que solo te creará dudas.
Si hace falta me pongo en el suelo para que pises en mi espalda y no tropieces con el terreno pero escúchame cuando te digo: sonríe.
Regala a la gente ese gesto que esperan cada mañana, que si por mi fuera, quisiera tenerlo siempre al alba.
No es momento de pararse, ni tampoco de pensar. Es tiempo de mirar arriba y gritar.
Desahogate rompiendo el silencio. Vamos a partirle las piernas al sufrimiento.
Yo también tengo fuego dentro de mi, quememos poco a poco el recuerdo y salgamos de aqui.
Que acabo de secuestrar a las nubes, una a una, y hoy tendremos este día sin lluvia.
Dale un portazo a la ausencia cuando intente entrar en tu cuerpo. Tatúate 'coraje' en tu pensamiento.
Si falta te hace te haré una transfusión de energía, pero no le niegues al mundo tu alegría.


Y oye, sonríe.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Ella

"Quiero pedirte perdón, ..."
Lo siento por no haberte hecho caso en tiempos pasados.
Por dejarte ir con otras personas y no querer estar contigo a solas.
Por no contarte mis cosas o mis inquietudes.
Perdóname de nuevo, por no pararme un segundo y saludarte. Ni desliar lo que pasaba por mi mente.
De verdad que no quería esquivarte, solo que pensaba que no me harías falta nunca.
Me he dado cuenta que contigo las cosas se ven de otra manera. Que pienso más en los pequeños detalles.
LLego a los rincones de mi corazón con mucha facilidad. Tu forma de ser pone a prueba mi fragilidad.
Haces que mis palabras fluyan como un río que desemboca en el mar y que mis principios se acentúen con el paso de los minutos.
Es triste pensar que solo contigo es con quien, ahora mismo, quiero estar. Que tu conversación es ilimitada.
No te enfadas. No te descolocas. Estás siempre pendiente de mi, a pesar de que yo quiera evitarte para no caer en la locura.
Cuando respiramos el mismo aire me relaja.
Ultimamente no me has dejado ni un segundo.
Estos días pasados que he estado mal de salud, ahí estabas.
Tú, solo tú.
LLevas casi un mes llamándome todas las noches cuando me quedo en el piso.
Entras en mi cama sin pedir permiso.
Me he llegado a plantear si esto me hará bien o me hará mal.
No puedo describirte al despertar, cuando miro a mi lado y ahí estás.
Pero tú y yo sabemos que esta situación se va a acabar.
Sé, y sabes, que pronto llegará alguien a mi vida, que dejaremos de hablarnos, que pasarás a un segundo plano y, quién sabe, no volvamos a vernos más.
Te doy las gracias por todas las veces que has vaciado cada sentimiento de mi cabeza.
Sabes mejor que nadie como soy. Ayer, mañana y hoy.

Debo decirte con tranquilidad:
"Quiero perdirte perdón, soledad"

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El ruiseñor y la flor


Una lágrima me contó la historia de un ruiseñor y una flor:

- El ruiseñor era soñador, optimista, le gustaba llevarse bien tanto con el jardín como con las nubes. Sabía cuales eran sus defectos y cuales sus virtudes. Después de acabar una relación con una serpiente, quiso comerse el mundo y juro no volver a tener una relación de cielo a mar.
La flor era bellísima, muy dulce y bonita. A todos encantaba, era normal, una flor tan hermosa por fuera y tan dulce y profunda por dentro no se encuentra en ningún lugar. Tenía unos ojos que penetraban hasta por el más duro muro... y una sutileza en su forma de ser que enamoraba a todos y cada uno. Ella, harta de darlo todo por una hiena, quiso mirar más allá, y vivir la vida unicamente pensando en ella.
Todo transcurría tan normal, ambos felices de las decisiones que tomaron pero... un día... se tuvieron que cruzar.
- ¿Estaban hechos el uno para el otro? -le pregunté a la lágrima-
- Entonces que hago yo aqui... - me contestó-


 No entendí la respuesta, y me siguió contando:

- El ruiseñor desde el momento en que la vio, no pudo ni imaginar, que esa flor que estaba viendo... es la flor que siempre quiso besar.
Pasaron días y mas días sin parar... el ruiseñor no sabía que por dentro sentía algo desde aquel mirar.
La flor probó varios vientos pero, algo empezó a dudar, quería ver al ruiseñor, quería oirle cantar.
El ruiseñor bajó a la tierra, para así poderla mirar, se acercó a esa dulce flor y por fin la pudo besar. Ambos felices, no podían pensar haber encontrado a su otra mitad.
- ¿Tan rápido fue eso? ¿Por que no esperar?
- Eso se preguntaban las estrellas al verlos juntos caminar.
- ¿Y no son muy distintos: un ruiseñor y una flor?
- Distinto es lo mismo que razón y corazón.
Días muy felices. Entre sus pechos están... los corazones que une el silencio, que no lo separe el mar.
Pero esto no es un cuento de hadas, y aqui nada ni nadie es perfecto. Solo se ven las consecuencias, lo que importan son los hechos.
- ¿Y que pasó o pasará? -le pregunté sin pensar-
- El ruiseñor es muy débil por culpa de la serpiente, en su cabeza aun queda veneno y apesar de que lucha por ello, su fuerza no va a más. Está cansado de volar.
- ¿Y la flor? ¿Algo intentará?
- La flor terminó agotada de la hiena, y su actitud cambió. No quiere que nadie la pise y mira por su propio "yo".
- Entiendo ambas actitudes... pero... aun así, siempre queda algo que hacer, ¿no?
- El tiempo es muy duro, y la distancia también.
El ruiseñor está que no sabe ni qué pensar. Si estuvo dándolo todo para ahora derrumbar...
Está deseando tocar a su flor, poderla abrazar, decirle que no haya nada más en el mundo que su forma de estar. Que la ama, que la adora... que ojalá pudiera ser una raiz de la tierra y estar unido a su piel.
Pero no sabe ya... si el final está escrito, o aun está por acabar.
Se enfada si se cambia el viento porque... a la flor puede tocar, y renace un fuego muy dentro que aun está por quemar.
-¿ Por qué? ¿Qué puede pasar?
- Las secuelas de la hiena, en la flor están.


Lo siento, debo de irme, ya acabo mi misión.
He recorrido tu mejilla para llegar a tu corazón.


---escrito 28.febrero.2009---

domingo, 6 de noviembre de 2011

Otra vez será

Volver a pensar en un recuerdo una y otra vez, hace como si estuvieses alli en ese instante.
Te hace sentir la brisa que corre o el viento que mueve tu pelo.
Pero, en este caso no hay viento.
Hay un sol radiente, un sol de verano. Pongamos un ejemplo: como el sol de principios de julio...
LLegas, te sientas, y esperas impaciente.
Tienes una tranquilidad por dentro que ni siquiera te preocupa la gente que pasa delante de ti.
Piensas que ya lo has pensado, que ya lo tienes decido.
Antes de eso, bajabas andando y, bueno, es inevitable no darle vueltas.
Es, como lo diría, como cuando estas seguro de que las patatas fritas estan ya fritas aunque parece que estan crudas.
Si, exacto.
Vas andando y pensando, bueno tal vez pueda equivocarme pero es lo mejor.
Resuena en tu cabeza de nuevo: sí, es lo mejor.
Parece que si lo repites es para darle mayor credibilidad. Algo que en ese momento te sobraba.
Pues ya estamos otra vez en el mismo banco. El sol sigue apretando.
Has llegado unos diez minutos antes pero no lo has planeado. Tenias prisa de salir de casa porque realmente es algo tan importante como para llegar tarde.
Sería la primera vez que llegaras tarde, y la última.
No te has vestido con la misma ilusión porque no quisistes que fuese asi, o no sentías que sería asi.
Tienes la idea de llegar tarde a casa, o al menos, en tres o cuatro horas como mínimo.
Miras el reloj y han pasado cuatro minutos desde que te has sentado, pero, como estas tranquilo, parece que el tiempo no corre.
Puede que estes pensado qué va a ocurrir, qué va a decir, qué va a pasar... pero como estás tan seguro de ti mismo, ni lo piensas.
Han pasado ya diez minutos, oficialmente ya debería de estar ahi y, no está.
Aparecerá, es normal, siempre llegaba un pelín tarde, puedo esperar. No tengo nada que hacer más importante.
De un giro de cabeza no consigues ver nada. Susurras: Está al llegar.
Al paso de dos minutos aparece, tan guapa como siempre, o incluso más.
Pero de repente un martilleo te descoloca de tu tranquilidad porque se ha sentado, asi, sin más.
Tú que pensabas que sabías como iba todo, que sabías que pasaría. Acabas de empezar muy mal.
Palabras, más palabras. Tal vez reproches, tal vez rencores.
El sol ahora se nota más, mi cuerpo intenta rechazarlo como puede. Sudor.
Pasan minutos, el reloj no para de trabajar.
LLega el momento, aqui parece que ya no nos toca estar.
Miradas furtivas cortando el aire, ese aire que no se siente.
Un abrazo. Un beso en la mejilla. Una caricia.
Un adiós.
Se gira el mundo al ritmo que te giras.
Cuando te das cuenta, una lágrima recorre tu mejilla.
No sientes nada.
Sin salir de la plaza te vuelves para ver si puedes sentir que esos ojos son tuyos por última vez. Pero nada.
Doblas la esquina y nada pasa por tu mente.
Es el peor camino de vuelta a casa que has hecho en mucho tiempo.
Ese camino que siempre era sonriente por haber estado juntos, por haberte divertido, enamorado, cansado, vivido.
Se hace eterno. No sientes apenas fuerzas en tus piernas pero no es por cansancio, es por ese vacio en ti.
De repente hay viento. De repente te vienen recuerdos.
Quieres sonreir, lo intentas, pero no puedes.
Buscarás mil explicaciones durante quince minutos pero no hay nada que te deje en paz.
Vuelves a pensar en varios recuerdos una y otra vez... pero ahora sabes que no estás alli.


---escrito 26.octubre.2011---

viernes, 4 de noviembre de 2011

Respirando lluvia

Abrir los ojos y tener un vacío en la mente.
Mirar a ambos lados. Todo está oscuro pero por la ventana entra rayitos de claridad, es lo que te mantiene los ojos abiertos.
Quedarte mirando el techo fijamente, no existe ahora mismo ni minutos ni segundos, tienes todo el tiempo del mundo para perderte en tus pensamientos.
Escuchas llover. Qué característico es ese sonido. Te envuelve. Hace que afines más el oído para cerciorarte de verdad que está lloviendo.
Estos son días en los que no te apetece hacer otra cosa salvo pensar.
Piensas en absolutamente todo.
Ya sea cualquier comentario que no te gustó de alguna persona en la facultad, la ropa que te pusistes deprisa y corriendo porque no te daba tiempo, el no haber estudiado lo que debías que te hizo sentir mal, o simplemente cosas de tu vida que en un día normal no se te ocurriría pensar.
Hoy es el día idóneo para pensar.
Pero me he levantado y no sé en qué pensar. No me sale.
Parece que el vacío que tenía al levantarme sigue estando, o que el sonido de la lluvía todavía me tiene atrapado.
Sentado en el sofá con el portatil apoyado sobre mis piernas.
Me meto en el tuenti, facebook, twitter... La verdad que he curioseado a varias personas. Tal vez del aburrimiento que me acaba de entrar o del vacío este que ya no sé ni como etiquetar.
¿Qué es lo que pretendo?
Con mirarme mil veces al espejo y con decir que no volverá a pasar no basta.
Es hora de volver, lo sé, pero de veras que cuesta.
Como cuando la primera vez que intentas ir en el sentido contrario de una escalera mecánica que te recorre esa sensación de "me la voy a pegar" pero ya has visto que otros lo hacen sin problema; das el salto y justo al apoyar el pie activas todos tus músculos, haces que se despierte cada resquicio de tu cabeza y empiezas a andar. Te gusta la sensación porque has sido capaz de ir a contrarriente. Te has propuesto algo y lo has conseguido.
Puede ser que aún no he dado el salto y sigo teniendo esa sensación de "me la voy a pegar" o tal vez me guste estar en esa idea.
¿Que me guste? Para nada le gusta a alguien tener que añorar la felicidad junto a esa persona que, por qué no decirlo, era la mejor ¿para mi?.
Sinceramente, porque muchas personas ya me lo dicen, no estoy estancado en el pasado. No tiene mi mente ocupada las 24horas del día. Ni siquiera hay días que presente esté en mi cabeza. Pero en estos días estando un poco malo pues da mucho que pensar.
Pensar. ¿Sabes que hoy es el dia propicio para ello?
Podría pensar en miles de cosas pero cuando ya se toca un tema de ahí salen ramificaciones. Aunque no sé que más de decir de ese tema, o al menos no quiero expresarlo ahora mismo.
Sigue lloviendo y ahora parece que el cielo está enfadado. Gruñe.
A mi me encanta cuando llueve. La verdad que me gusta más el mojarme. Es una sensación de vida. Al menos hace que me sienta vivo.

Hoy, logicamente, no me gusta que llueva. Más que nada porque aún tengo dolor de garganta y no me hace bien está humedad en el ambiente. El fresquito que
se nota al salir de tu casa. Aunque repito, me encanta esa sensación. Tendré que matizar que me gusta siempre y cuando esté bien.
Sería bonito tener algún comentario en el blog, en cualquier entrada. Si de verdad hay gente que se mete, me gustaría saber qué piensan. Sea bueno o malo (tampoco quiero que se excedan en lo malo). Pero para tener una idea de qué le gusta a la gente.
Escribiré siempre lo que me salga pero también tendría buena sensación si escribo cosas que la gente lee y les motiva algo o les hace sentir lo mismo.
Tal vez hoy no sea un día para pensar, tal vez sea un día para escribir (o es un día para estudiar pero eso ya es otro cantar).

Esta entrada ha sido un poco rara pero bueno, es lo que sentía que tenía que escribir.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Dudaría

¿Qué pasaría si volviese a perder la cabeza por amor?
No sabría que sentiría, creo, ahora mismo, que no podría volver a perder la cabeza.
¿Qué me quedaría por hacer?
Quemarme la yema de los dedos, quitarme las huellas para no manchar su piel cuando la tocase.
Retaría a las hojas de los árboles a saltar a ver quién llega más alto, ese sería él que estuviese más enamorado.
Podría, en ese caso, mirar hacia abajo y ver las nubes.
Tendría que vaciar los rios y llenarlos con mis lágrimas, para que cuando llorase pueda lavarse su rostro y no sentirse sola.
Tatuaría en mi mente sus manos, para que cada vez que en ella piense poder abrazarnos.
Vestiría a la soledad de negro ya que sería un luto constante con ella a mi lado.
Pintaría de azul mis retinas, así vería el cielo en cualquier rincón.
Vaciaría el aire entre ella y yo, para poder ver los dibujos que formarían sus palabras al salir de su boca.
Bajaría el sol un día, lo escondería en mi armario y cada vez que llegase la noche lo sacaría para así poder guiarla por cualquier camino oscuro.
Intentaría que cada una de sus palabras se guardasen en mi cabeza para poder hacer canciones con esas letras.
Cantaría cada mañana, si falta hiciera, para que tuviese sonrisas sin final alguno.
Besaría el viento que rozase cada poro de su piel.
Imitaría cada suspiro, porque asi podría vivir lo que se siente al salir de sus labios.

La abrazaría. Pero no de cualquier manera. La abrazaría con sentimiento pudiendo chocar su corazón con el mio, que su palpitar lo notasen mis costillas,
y que mi espalda pudiera engancharse con sus vertebras.
La miraría. Y la volvería a mirar.
Me quedaría embobado mirándola una y otra vez a los ojos, pensando por qué no se cruzó antes, por qué ha dejado todo este tiempo hasta aparecer.
Me quedaría totalmente embobado. Porque no hay otra palabra que me describiese en ese momento.
Porque sé que para poder enamorarme, otra vez, esa niña tendrá que dejarme embobado.
Esperaría una sonrisa traviesa en su rostro. Que sus dientes me advirtiesen del posible peligro a la vez que cuando se muerda su labio
inferior me explicasen lo que está pasando por su pensamiento.
Querría sentir sus manos en mis mejillas.
No existe otra forma más cálida de mostrar tu amor con un gesto tan pequeño.
Estoy perdiendo ya el norte solo de imaginarmela, no quiero ni pensar que será de mi el día que pueda ocurrir.
¿Volveré a perder la cabeza por amor?
Esa es una pregunta sin respuesta aún.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cruce de caminos


- ¡Hola!
+ Mmmm perdón pero, ¿nos conocemos de algo?
- Claro, tú eres él.
+ ¿Él?
- El hombre de mis sueños.
+ Lo dudo un poco porque ni siquiera sabes como me llamo.
- La verdad que no lo sé, pero seguro que me lo dirás.
+ Muy segura te veo.
- No has tenido nunca esa sensación de que hoy cuando salías de casa y bajabas las escaleras del portal, sabías que te ibas a cruzar a esa persona que siempre has querido cruzarte una noche normal y que te evade del mundo que te rodea?
+ Si pero hoy no he tenido esa sensación.
- Que no la hayas tenido no significa que no la tendrás.
+ Bueno, eso es algo que ni tú ni yo sabremos.
- Y ¿si te digo que si lo sé?
+ Diría que demasiado mal te tiene que ir para fijarte en un desconocido en pleno centro y que en cinco minutos ha quedado con alguien.
- Ups, perdona, ¿que tienes novia?
+ No tendría por qué decirtelo pero... no. Hace unos meses que no.
- Entonces, ¿debería estar mal por pararme e intentar conocer a una persona que me ha podido entrar por los ojos y, por las sensaciones que me está dejando y su forma de mirar, está gustandome cada segundo un poco más?
+ Me acabas de dejar sin palabras.
- Bueno, por fin has sonreido... Me gusta esa mueca en tu rostro.
+ Gracias. Pero creo que no deberías de fiarte de las personas por su físico, su  sonrisa o sus contestaciones cortas. Podría ser un psicópata o el tio que peor trata a las mujeres.
- ¿Te estás preocupando por mi?
+ Te estoy dando un consejo. Creo que detrás de esos ojos verdes se esconde una persona decente, a pesar de lo inusual que está siendo esto.
- ¿Quién es ahora el que está dejandose llevar por el físico?
+ No me dejo llevar pero me fio de mi intuición.
- Muy seguro te veo.
+ Ahora sí. Y, ¿tu nombre era...?
- No te lo he dicho. ¿Acaso importa?
+ No pero presiento que me lo dirás. La verdad que me interesa más el por qué de esta conversación.
- No sé, me dejé llevar por mi intuición.
+ ¿Te estás riendo de mi?
- Para nada. Quisiera poder reirme contigo toda la noche pero creo recorar que has quedado.
+ Es verdad! ¿Ya han pasado cinco minutos?
- Parece ser que más.
+ La verdad que ha sido un rato agradable a la vez que extraño. Bueno, he de irme. Encantado...
- Ana. Mi nombre es Ana.
+ Lo ves como no iba mal encaminado, acabarías por decirmelo.
- No pasa nada, Jose.
+ ¿Cómo lo has adivinado?
- LLevan llamándote desde hace un rato aquellos chavales, pero parece ser que no los has escuchado.
+ No... estaba centrado en las palabras que salían de esos labios color amapola y perdido en esa mirada.
- ¿Ves como no tratas mal a las mujeres? Las haces sentir bien.
+ Debo irme. Encantando, Ana.
- Lo mismo digo, psicópata. Sonrie más que así das vida a tu alrededor.




+ ¿Has tenido alguna vez esa sensación de que cuando salías de casa y bajabas las escaleras del portal, sabías que te ibas a cruzar a esa persona que siempre has querido cruzarte una noche normal y que te evade del mundo que te rodea?
- Claro...
+ Gracias... me ha gustado volver a tener esa sensación.

martes, 1 de noviembre de 2011

Hora de volver

Creo que va siendo hora de volver.
Tendré que cerrar la puerta, paso de mirar.
Deshacerme de cualquier recuerdo temporal.
No necesito sentir para poder avanzar.
Quiero ser el que fui, sin necesidad de darme cabezazos contra la pared.
Siento que llega mi momento, tengo la necesidad de que se así.
Elaboraré una imagen en mi mente que se plasmará día a día.
Me sobra la fuerza y la fé.
Va siendo hora de volver.

No esperaré la llegada de esa mujer que me haga feliz.
No buscaré.
Ya llegará el día en el que con solo pensar en ella, sonría.
O en el que con mirarme al espejo vea en mis ojos esa picardía.

Va siendo hora de volver a ser aquel niño que no tenía miedo de nada,
ni de enamorarse, porque no era su principal objetivo.
Es mi momento. El de nadie más.
Va siendo hroa de volver y de avanzar....