jueves, 14 de abril de 2016

16 de marzo

Un día después de nacer.
Se aceleraron las ganas de querer.
Culpa de ella, culpa de él.
Sentimientos contradictorios a flor de piel.
El tiempo, jugó también,
desnudando con pausas un juego poco cruel.
De repente sonó esa canción
sin ninguna maldad:
"Ahora dime que no,
perdemos los dos si te vas..."
No pudo reprimir el sentimiento y,
sin articular palabra,
empezó a fundir recuerdos.
De chocolate fueron los besos,
donde el sofá retuvo dos cuerpos intensos.
Y, ¿ahora qué?
Sopló el viento.
En una playa llena de preguntas
y un lamento.
Ella, con la cabeza baja,
mira la arena.
Él, sin esperanzas,
no quita sus ojos de ella.

Y es que no existe un vacío tan lleno
como aquel momento,
en que dos almas se encontraron
en el peor tiempo.
Curioso es el destino,
la puerta que él abrió,
ahora es ella quien la cierra
por culpa del amor.
Y no hay más,
aunque, no para de pensar,
¿y si ese es el cuerpo que siempre quiere desnudar?
¿y si esa es la mente que quiere conquistar?
Mirando al mar,
latiendo en sus orejas,
parece escuchar:
"A que no me dejas..."