viernes, 19 de abril de 2013

Ignorante.
Mi razón de ser. Mi forma de sentir.
Como esta manera de volver a escribir lo que no sé decir. O, más bien, intentar volver a ser el que un día fui. No lo sé. Las palabras no fluyen como antes. Mis dedos agarrotados no sirven para otra cosa salvo para abofetear mi imagen en el espejo. No lo entiendo, pero es así. Un día se nubla cuando no es ni gris. Pero, ¿qué quiero decir? Si las vidas son pasajeras y el amor infeliz. No quiero hablar de amor, mejor hablar de mi. O de ti. Que más da, si resulta que a día de hoy es lo mismo. Tú sin mi es un ti conmigo. Sé lo que quiero decir, pero no sé cómo escribir. Podría, no lo sé, remar a contracorriente y tenderme en el suelo para que pudiese pisar sobre una espalda segura. Podría, también, girarme 360º y parar el tiempo cuando me miras. Lo sé, me gusta así. Que me mires y mirarte, que no me dejes de sonreír. Sí, y a ti también. Lo noto en tus ojos y en tus labios sin carmín, en tu ropa húmeda y en tus abrazos sin fin, cuando te pones de puntillas para poder llegar a mi. Sí. Es así. Que estoy perdiendo la cabeza y por eso no sé escribir. Puede que sea por tu pelo o tu forma de reír. Por esa mirada triste cuando recuerdas algo gris. Sí, puede que sí. Que me pierda en tu mundo y no quiera salir. Que nos enredemos en la cama sin reprimir los sentimientos o... tal vez me equivoque aquí. Solo sé que me pierdo si no te encuentro, por mi forma de sentir.