sábado, 28 de noviembre de 2015

Así.

"Cómo hacer del tiempo un simple amanecer."
Se pregunta, una y otra vez.
Como si pudiese ver salir el sol tras el monte desde los ventanales de su salón.
Parece que está allí, junto a ella, tras unas copas de ron.
Su sonrisa traviesa, colocando los pies en el cristal.
Su mirada inquieta, él sólo la quiere besar.
Y así es como ocurrió.
Dejando paso a eso que llaman amor.
O, quizás, volviendo a aquello otro que llaman soledad.
Sea lo que fuere, en su pecho, se encuentra la verdad.
Y no es fácil decir si se hicieron las cosas bien, o se hicieron mal.
Fueron las que fueron. Nada más.
Por mucho que en sus mejillas sienta algo similar al roce de su pelo, cuando la empezó a besar.
Son ahora sus lágrimas las que con tanto fervor las acarician con cierta maldad.
Ya sabe que habrá otro amanecer. Tarde o temprano llegará.
Y es entonces cuando su cielo jamás dejará de iluminar.

domingo, 25 de octubre de 2015

Gas

Y dónde está.
Dejando sitio a la locura de ésta vida, como quien tacha nombres imaginarios en el aire.
Una más.
Pasa el tiempo mientras que los suspiros cada vez son más flojos, mientras que se achica la sonrisa y se cansan los ojos.
Cuando antes la ilusión levantaba la mano para hablar y convencernos. Ahora, levanta las dos. Con la cabeza baja. Rendida.
Tan presa de los barrotes fríos de la realidad. Ésta realidad. 
Corrompida. Harta de buscar exilio en la bebida.
Ya no sirve hacerse el sordo cuando por dentro arrrasa el eco de la decepción.
No hay impulsos que aceleren a tan destrozado corazón.

viernes, 10 de julio de 2015

Del amor, y nada más.

Circulaba con constantes idas y venidas.
Lentas, pero continuas.
La calma se afianzó bajo unos huesos, un poco martillados, un tanto perpetrados.
Asustaba a la racionalidad con tal excesividad que ni la propia tolerancia sabía de dónde venía. Ni a dónde irá.
Mas no existen cuerdos en ese lugar. Ríos de un color anaranjado que la servidumbre de la gran estrella no quiere iluminar.
Montañas viejas, destruidas, donde erosinan los problemas una vez. Y miles de veces más.
Será.
¿Acaso es que las tinieblas engendran problemas que el día sabe ocultar?
¿O que el banco de algún parque haga que este peso se reduzca en algo tan simple como respirar?
Resta importancia a la carne cuando los sentimientos no puede alcanzar.
Un crujir de critales rojos ya no dejan esas constantes circular.

lunes, 20 de abril de 2015

Y quiero

Van cayendo una a una las flores. No tuve tiempo ni de pincharme con sus espinas.
Apaga la luz que me ciega tanta luminosidad, tanto brillo irracional, tanta intensidad superficial.
Podría olvidarme de mi. (¿La verdad? No puedo.)
Necesitaría alejarme de mi propia mente. No pensar.
Evadirme del mundo. Silenciar cada pensamiento cuando amanece o cada pregunta cuando anochece.
¿Qué pensará el sol cuando subo la persiana?
A veces, solo a veces, escribo en el espejo su nombre, sus nombres... Y, ¿De qué sirve?
Podría olvidarme de mi pero, ¿la verdad? No puedo.
No es cuestión de buscar, ni de llegar a encontrar. La respuesta está en no moverte, no reaccionar.
Recorrer con el dedo índice las costuras del sofá mientras mi mirada vaga en el recuerdo abstraída del tiempo.
Dame más alcohol que quiero nublar la imagen de su cuerpo en mi mente.
Puede ser, qué se yo, un hilo de luz asomándose en sus hombros. La estela de un cuadro que lleva tiempo descolgado de la pared donde yacen imágenes dibujadas con el vaho de cada mañana.
O tal vez, por decir algo, podría ser un barrido de un color verdoso que no se apagase, que no cegase con tanta luminosidad, tanto brillo racional, tanta intensidad interior.
Van levantándose una a una las flores. Tengo todo el tiempo del mundo.
Podría olvidarme de ti. ¿La verdad?

domingo, 12 de abril de 2015

Ya está.

Te echo de menos,
esa es la verdad.
Te echo de menos
pero ya no puedo más.
Cansado de no verte,
desesperado de tanto pensar.
Vacío de no tenerte,
de no saber que pasará.
Te echo de menos,
no lo podré evitar.
Te echaré más de menos,
si en menos no estarás.