lunes, 14 de julio de 2014

Y ahora... qué?

La llama se empezó a tambalear.
En esa neblina que eran sus dudas, la vela no daba claridad.
Lo sabe.
Y yace expectante al paso del tiempo, al transcurso de sus pensamientos. Espera un milagro, una acción, un cambio de rumbo del viento que entre en su habitación. Necesita de una luz.
De ella.
En silencio la busca. Cierra los ojos fuertemente para, tal vez, verla. Para, tal vez, tenerla por última vez. Su piel sigue alerta por si el aire quiere traer una caricia despistada de sus dedos en la distancia.
Duerme con la ventana abierta, quién sabe, tal vez aparezca de madrugada con un manto de estrellas y le cubra de este frío inerte, de esta espera sin reloj.
Sigue cerrando los ojos tan fuerte que llegan a doler, como sus ojos verdes cuando se clavaban en él. Parece que aún lo siente: aquellas rodillas encogidas y haciéndose hueco en su espalda. Aquella cabeza dormida sobre su hombro sin saber nada.

Desliza los dedos sobre la almohada, haciendo una copia inútil de su piel, viendo que no se estremece como cuando sus dedos caminaban en su espalda. Como ese cosquilleo que se encontraba en cualquier resquicio de ella.
Ya no sabe si tiene los ojos cerrados o está en un leve letargo, pero llega a oír ese "No te vayas" que eriza su piel, alegra e entristece su interior. ¿Cómo puede provocar ambos sentimientos solo tres palabras? Tanta alegría de saber que ella lo siente, tanta tristeza de saber que ya no está.
Entreabre los ojos con la mirada bloqueada.
La llama sigue consumiéndose a mayor velocidad.

"No te vayas" dice con la voz quebrada.
Y se hizo la oscuridad.

jueves, 10 de julio de 2014

Sin más

¿Y si te digo que no quiero dejarte ir?
No es humana la forma de echarte de menos, la manera de quererte sentir.
¿Cómo respiro si no tengo un cuello en el que apoyarme?
¿Cómo te miro si lo único que deseo es que nos separe un milímetro de aire?
Quiero verte.
No son las únicas dos palabras que salen de mi.
Quiero olerte.
Suelo cerrar los ojos para tenerte aquí.
Quiero abrazarte.
Y besarte.
Perderme en tu mirada si con ello el tiempo me quiere acompañar.
Saborear el momento en que tu respiración se contenga sin poderla soltar.
Añorar al silencio porque tus palabras no le dejan lugar.
Extrañar un 'te quiero' porque los besos no los dejan nombrar.
Liberar el tiempo en el que tus manos me empiezan a acariciar.
Eludir el deseo, que en la cocina los dos queremos acabar.
Quiero verte.
No hay más que pueda comentar.
Quiero tenerte.
Y de tu mano poder caminar.
No quiero dejarte ir porque te siento de verdad.
Te echo de menos, y esto solo acaba de empezar.