jueves, 13 de noviembre de 2014

Tic tac

Ahí está.
Se vuelve a pellizcar.
No hay rincón del cuarto que no haya llenado con su aire, ni estrella en el cielo que apagase al amanecer.
Caen gotas por su mejilla mientras fuera el viento se está enfadando.
Dorado y enmarañado está su pelo sobre la almohada, calando el aire de su cuello en ella.
Truenan las ventanas y de un salto se abrazan. Como si sus brazos fuesen paredes, la protege de cualquier mal, la estrecha fuerte hacía él y ella busca tal refugio.
Para de llover, pero no paran de latir los corazones. No para de escribirse esa historia.
Truena ahora en su interior.
Iluminando la habitación de un verde precioso, de una mirada implacable, de un abrazar sin contacto, de una magia que resalta su sonrisa.
Las manecillas del reloj están nerviosas: una quiere avanzar sin pausa, la otra quiere retrasar el tiempo. Quiere repetir una y otra vez sus encuentros, sus dar y recibir, sus te quiero y sus idiotas, sus besos y sus caricias, sus poemas y sus notas.
No hay nada más.
Que esperar al despertar. Al resurgir. Al volver a empezar.
A llenar de ilusión sus vidas, al imaginar sus mundos solo con idas.
Sin vueltas que retornen a un pasado.
Que ellos mismos son conscientes de sus propios pasos.
Parece que la manecilla del tiempo ya ha comprobado,
que se puede parar el tiempo, si ambos están al lado.

domingo, 10 de agosto de 2014

No hay tiempo que valga

Tumbado, mirando a un rincón de la habitación.
¿Cómo hacer para que el tiempo juegue al fin a su favor?
¿De qué está hecho el viento, que cuando cambia de rumbo le destroza la ilusión?
Se mezcla la humedad de sus ojos en el aire y le es inevitable recordar.
Vaga entre sus pensamientos. Cansado. Malhumorado. Derrotado.
Ha perdido más kilos, eso es verdad, pero le pesa la ausencia en su interior. El luchar sin victoria, el andar sin avanzar.
Cuenta con los dedos las veces que la ha odiado, las veces que la ha apartado de su lado, y cae en la cuenta de que podría contarlo incluso con su espalda, con una mesa, o simplemente con nada. Porque la siente, por mucho que a ella le cueste, la siente como a la que más. Desea cada segundo poder volver a sus brazos. Poder reiniciar cualquier fracaso.
¿Cómo hace para mostrarle que cuando duerme ya no sueña? Que solo lo hace cuando se levanta por las mañanas, con los ojos bien abiertos, e imaginársela a su lado.
¿Cómo hace para que sus palabras no se queden cortas, para que las palpitaciones hablen a través de sus labios, para enseñarle de qué material está hecho su mente?
Cuenta con los dedos las veces que la piensa, la ama incluso en la distancia, la respeta, la cuida... y le faltan manos, le faltan pies, le falta encontrar el valor exacto del infinito.
Y sí, mirando a ese rincón puede estar exagerando, lo sabe, pero es como lo siente. Es como lo vive.
Dos historias no son iguales.
Dos personas, menos.
La incertidumbre del futuro es lo que a él le perturba cuando ella duda; y a ella cuando él se ilusiona.
¿Dónde está el equilibrio entre el amor y la necesidad?
¿Por qué en esta habitación siente la necesidad de amarla?
¿Cómo explicarle que hay días de lluvia y otros con color?
Que en los días nublados, presente está el sol.
Por mucho que no se vea, por mucho que no brille con fuerzas, es así.
Cierra los ojos y vuelve a mirar. El rincón ha cambiado de lugar.
Se le escapa una sonrisa al pensar en su manera de hablar.
En sus bromas. En su risa. En su forma de pensar...
La siente, por mucho que vacile, la siente igual. De agua se ha llenado sus ojos todas las veces que la imaginó viajar.
Rellena sus energías con sus recuerdos: con aquellas frases, aquellas miradas, aquellos momentos en los que no existía nada más que dos corazones encerrados queriéndose tocar. Queriendo arrancar la piel para poder ver que hay dentro que la hace tan especial. Querer saber por qué duerme de lado o por qué prefiere trasnochar.
Solo busca una solución, la forma de demostrarle que ella es su obsesión.
El futuro no está escrito pero él quiero escribirlo con ella a su lado. Que si se le gasta la tinta, escribir con besos y abrazos. No quiere más historias. Ni dudas. Ni miedos.
Que no quiere un punto y final que no sea el lunar de su rostro.
Se ha tragado el orgullo, y ahora lo siente hacia ella.
Que si discuten que sea por saber quién besó primero.
Si ella ve el vaso medio vacío, él se levanta corriendo a la cocina para llenárselo.
Que si se despista por un momento y deja de pensar en ella, que sea porque se ha perdido en su mirada.
Si salen dudas, que las mismas se emborrachen y ya las cuidan cuando tengan resaca.
Que si se cansa, él se duerme a su lado, abrazado a ella hasta que se recupere y ya siguen mañana.
Si hace viento un día de playa, sus toallas harán de pared y sus cuerpos de abrigo.
Habrá separación de bienes: tu pasado y el mio.
Si la tristeza acecha, que aparezca su alegría a pies puntillas.
Que si se desvela en la cama que sea porque le está clavando las rodillas.
Si no hablan que los muelles hagan callar al silencio.
Que si son felices... no dejar pasar ese momento.

lunes, 14 de julio de 2014

Y ahora... qué?

La llama se empezó a tambalear.
En esa neblina que eran sus dudas, la vela no daba claridad.
Lo sabe.
Y yace expectante al paso del tiempo, al transcurso de sus pensamientos. Espera un milagro, una acción, un cambio de rumbo del viento que entre en su habitación. Necesita de una luz.
De ella.
En silencio la busca. Cierra los ojos fuertemente para, tal vez, verla. Para, tal vez, tenerla por última vez. Su piel sigue alerta por si el aire quiere traer una caricia despistada de sus dedos en la distancia.
Duerme con la ventana abierta, quién sabe, tal vez aparezca de madrugada con un manto de estrellas y le cubra de este frío inerte, de esta espera sin reloj.
Sigue cerrando los ojos tan fuerte que llegan a doler, como sus ojos verdes cuando se clavaban en él. Parece que aún lo siente: aquellas rodillas encogidas y haciéndose hueco en su espalda. Aquella cabeza dormida sobre su hombro sin saber nada.

Desliza los dedos sobre la almohada, haciendo una copia inútil de su piel, viendo que no se estremece como cuando sus dedos caminaban en su espalda. Como ese cosquilleo que se encontraba en cualquier resquicio de ella.
Ya no sabe si tiene los ojos cerrados o está en un leve letargo, pero llega a oír ese "No te vayas" que eriza su piel, alegra e entristece su interior. ¿Cómo puede provocar ambos sentimientos solo tres palabras? Tanta alegría de saber que ella lo siente, tanta tristeza de saber que ya no está.
Entreabre los ojos con la mirada bloqueada.
La llama sigue consumiéndose a mayor velocidad.

"No te vayas" dice con la voz quebrada.
Y se hizo la oscuridad.

jueves, 10 de julio de 2014

Sin más

¿Y si te digo que no quiero dejarte ir?
No es humana la forma de echarte de menos, la manera de quererte sentir.
¿Cómo respiro si no tengo un cuello en el que apoyarme?
¿Cómo te miro si lo único que deseo es que nos separe un milímetro de aire?
Quiero verte.
No son las únicas dos palabras que salen de mi.
Quiero olerte.
Suelo cerrar los ojos para tenerte aquí.
Quiero abrazarte.
Y besarte.
Perderme en tu mirada si con ello el tiempo me quiere acompañar.
Saborear el momento en que tu respiración se contenga sin poderla soltar.
Añorar al silencio porque tus palabras no le dejan lugar.
Extrañar un 'te quiero' porque los besos no los dejan nombrar.
Liberar el tiempo en el que tus manos me empiezan a acariciar.
Eludir el deseo, que en la cocina los dos queremos acabar.
Quiero verte.
No hay más que pueda comentar.
Quiero tenerte.
Y de tu mano poder caminar.
No quiero dejarte ir porque te siento de verdad.
Te echo de menos, y esto solo acaba de empezar.

sábado, 7 de junio de 2014

A tres plantas sobre el cielo

Sonrío cuando te pienso. 
¿Y qué más da?
Si me duelen los hombros de bajarte la luna cada noche.
Si tengo seca la boca de tanto nombrarte.
Si las horas a tu lado no pasan en balde.
¿Y qué más da lo que digan o lo que dejen de decir?
Si por dentro solo siento yo y por fuera eres tú quien me hace sentir,

si en las noches ellos no están cuando las respiraciones se sincronizan
o en la puerta de mi piso adivino cuando la ternura se avecina.
¿Y qué si poco a poco vas haciéndote un hueco en mi vida entera?
Si hasta en la cocina tienes tu asiento en la encimera,

si el sofá se pone nervioso cuando se entera 
que tu cuerpo va a reposar como las olas en la arena.
¿Y qué si estás en mi lista de la compra por casualidad?
Si te encuentro en mi nombre con facilidad.
Si de chocolate son los besos que me das...

Y qué... si prefiero un despertar color esmeralda,
si el sol ya no brilla en mis mañanas porque lo eclipsa tu mirada.
Si haces que la puerta de salida sea la de otro cuarto,
y provocas risas durante un largo rato.
¿Y qué más da si el tiempo no quiere parar?
Si juega con nuestras vidas como puro azar.

Si me quedo.
Si te quedas.
Si te irás...
Solo queda vivir el día a día y respirar.
Pero, ¿qué más puede pasar?
Si solo quiero sentir en mi pecho, tu pecho palpitar.

martes, 13 de mayo de 2014

Mes de ensayo

Pestañear.
Y ver la vida de diferente forma, de diferente color.
Sea como sea, en cada historia, presente está el sol.
Dibujadas quedaron las intenciones en la madrugada, vestidas con aromas de alcohol. Acercando más el deseo a la mañana dando un vuelco al corazón. De detalles, fue la estela, que su mirada marcó. No dejó hablar al silencio, mas su imagen influyó. Las rendijas de la persiana hacía iluminar más su pelo, y la almohada quedó alerta para no desteñir sus ojos, tal vez negros... Pero no fue así cuando por dentro se movían sin ninguna aceleración, inútiles formatos de pensamientos contradictorios y, obviamente, no nació el amor.
Dibujadas quedaron, en otra madrugada, intenciones de distinto calibre. Un beso, un abrazo, una forma de quererse tan visible al exterior y con tanta niebla en cada interior. No por ello fue más malo, ni más bueno. No por ello estuvo el pasado presente en todo aquello. Tanta sed de amar tenía que mezcló ron con esperanzas de melancolía. Llegó a ver las estrellas en pleno día, en aquella playa cuando amanecía. En su piel. En su mejilla. Descubrió que sin ella el sentido perdería.
Descubrió que por ella, sin pestañear la amaría.

miércoles, 15 de enero de 2014

Intocable

Y aún no sé lo que puede ser.
Llevo varios días dándole vueltas, volviendo a la misma situación.
Si nada ocurrió, no entiendo esta sensación. ¿Por qué has llegado a ocupar mi mente? ¿Por qué sigues presente si nada pasó?
Juego a ser psicólogo de mi propio ego, detective de mis sentimientos.

¿Cómo pudiste entrar en mi interés, si ni siquiera abrí la puerta?
¿Qué clase de idiotez he provocado dentro de mi cabeza?
Esa sensación de que se pasó el tren, que no volverá a ocurrir, querer tirar la pared, tenerla aquí y querer aprender a que sabe su piel.

Si nada ocurrió, si nada pasó...
Si tu forma de hablar no hizo que mis oídos estuviesen en alerta, expectantes por ti, que apenas supe de que tratase la película, esa que pusimos para dormir. Esa película donde perdía mis pensamientos como un muñeco de cuerda, esperando una palabra ajena de ella, cercana a ti, para poder activarme y mirarte.
Si tu forma de reír no me provocaba una alegría, ni siquiera una sonrisa, si no ponía cara de no haber escuchado nunca una carcajada.
Si tu sonrisa no iluminó todo el salón, aún con las luces apagadas. Esas luces que apagamos para quedarnos ciegos pero ya estarían las farolas para contrarrestarlo.
¿Qué más puedo decir?
Si no me sentí idiota al intentar hablar.
Si no noté nerviosismo e inseguridad. Como si quince años tuviese y acabamos de quedar.
Si no quería mirarte de reojo cuando cerraste los ojos con previsión a descansar.
Si aún sigo sin pronunciar claustrofobia, sin fallar.

¿Y aún sigo sin saber qué pudo ser?
Si no quise rozarte.
Si no quise besarte.
Si no quise que esa película jamás terminase.


<<   - Tu final.
        - Tu principio.  >>

sábado, 4 de enero de 2014

Dime tu nombre

"..., ¿qué entiendes por amor?"
El amor, o mejor dicho un amor, ¿Cuánto dura? ¿Cuál es su duración?
¿Se puede considerar amor una historia de unos minutos? ¿Varios años tal vez?
Supongo que depende de la persona, del sentir de cada uno pero, y el amor, de existir, ¿influye después? ¿En las posibles relaciones o un simple conocer?
Un tema complicado, lo sé. Asunto que no voy a tocar porque no trata de esto lo que quiero dar a entender.
Es algo más complejo, si me lo dejas así exponer, que no trata sobre el querer.
¿Cómo se llega a conocer a alguien? ¿Qué es lo que llama tu atención? El hecho de conocer, no implica nada más allá de la incertidumbre que te despierta una persona. Un rostro. Un cuerpo. Unos ojos. Una forma de hablar. Una mirada.
Una forma de escribir.
¿Le generó curiosidad mi forma de escribir? Tal vez lo que decía o lo que ella creía que yo podía sentir. No lo sé, ¿tendré la oportunidad de darme a conocer? Más bien, que me de ella la oportunidad de poderla conocer, de mirarla fijamente a los ojos cuando me hable en un café, de si se explica con las manos sin pararlas de mover, de saber si se muerde el labio al pensar en el ayer o si se toca el pelo una y otra vez. ¿Por qué no?
La querría conocer. Saber si se levanta por las mañanas con resaca tras beber, si se peina en el ascensor o se maquilla cada dos por tres, si le gusta ver el sol al anochecer o cae rendida en el sofá cuando le duelen los pies.

Me encantaría preguntarle, regalándole toda mi atención:
"Paula, ¿qué es para ti el amor?"

jueves, 2 de enero de 2014

Esperaré

Búscame, ¿a qué esperas?
¿A perder la ilusión o a que desaparezcan las estrellas?
Se han enfadado, ya no les gusta brillar. Me han dicho que no es la moda, que lo que se lleva es engañar.
Pobrecillas, pienso yo, no saben que eso es cosa de los humanos, de los que aman sin amor.
Por eso quiero hacerte ver que no tardes, que aquí estaré. Aunque no haya luz en el cielo, llámame. He pactado con el sol varias horas, y trabajará en la noche también porque quiere ver a la luna tan cerquita, que la pueda oler.
Ven, ya lo sabes, no hay excusas que exponer. Estoy guardando mi mejor sonrisa con mis pasos de claqué.
Qué más da lo que digan o lo que puedan creer. Qué mas da tu anterior relación o tus heridas del ayer.
Podemos jugar desde hoy a renacer, a empezar de cero y andar con mis pies.

Lo que quiero es que subas un buen día con la mente de querer agarrarme por la cintura y no soltarme sin saber que la noche se puede alargar todo lo que desees, desaparecieron las estrellas, y me da igual lo que vayan a hacer.
Yo no quiero más mentiras, yo no quiero eso otra vez.
Solo quiero que me susurres y erices mi piel.